Esperar que los demás actúen como yo lo haría

PorPsicología Almansa 7 añoshace

Muchos de nosotros nos decepcionamos cuando esperamos que los demás actúen como nosotros lo haríamos. Sin embargo, nuestras creencias, valores o sentimientos no son los mismos que los habitan en los demás.

Sin embargo, en muchas ocasiones caemos en esta trampa.

No esperes nada de nadie, espéralo todo de ti mismo, de este modo, tu corazón almacenará menos decepciones.

 

La “trampa” de las expectativas sobre los demás

En lo que respecta a nuestras relaciones, es inevitable no tener expectativas. Esperamos ciertos comportamientos y anhelamos aspectos como ser queridos, defendidos y valorados. Ahora bien, eso no quita que, en ocasiones, estas previsiones nos fallen.

Todos tenemos expectativas, sobre todo en lo que se refiere a las relaciones interpersonales.

 

A veces estamos tan metidos dentro de la tela de araña de expectativas que hemos construido que creemos que lo que pensamos, sentimos o hacemos es la norma. Creemos que todos deben actuar, como lo hacemos nosotros, y si no lo hacen les juzgamos, nos enfadamos o nos sentimos profundamente decepcionados.

En ocasiones, hay quien llega a creer que lo que él o ella piensa, siente y juzga es algo casi “normativo”, e incluso llega a colocar un listón tan alto en lo que se refiere al concepto de amistad, de amor o de familia, que nadie logra alcanzar dichas cumbres y, por lo tanto, la decepción recae en ambas partes. La clave, como siempre, está en el equilibrio y ante todo en la necesidad de ser realistas.

 

¿Cómo dejar de esperar tanto de los demás?

En vez de esperar demasiado de los demás, sería más inteligente esperar más de nosotros mismos. Las personas son muy complejas y a veces actúan de forma impredecible, por lo que pueden fallarnos, de la misma manera en que nosotros podemos fallarles a ellas por mil motivos diferentes. Por eso, es conveniente asumir una actitud más abierta y menos expectante, ganaremos en tranquilidad y felicidad.

  1. Nadie es perfecto, tampoco tú lo eres.No juzgues, nadie es perfecto ni tiene la verdad en la mano. Todos somos personas, intentando hacer las cosas como mejor podemos, y que los errores forman parte del aprendizaje, aunque a veces sean dolorosos.
  1. Respeta la individualidad.Disminuir las expectativas sobre los demás también implica respetar su identidad, dejarles cierta libertad para que actúen según sus valores y deseos. Las personas no tienen por qué comportarse como tú, ni seguir tus normas. Lo que es válido para ti, no tiene que ser válido para los demás.
  1. Acepta que no siempre debes recibir algo a cambio.En muchas ocasiones vamos por la vida como si fuéramos acreedores, pensamos que porque hayamos hecho algunos favores, los demás están en deuda con nosotros. Sin embargo, si vamos a hacer el bien, es mejor que lo hagamos porque ello nos complace, no esperando recibir algo a cambio. De hecho, la verdadera felicidad no consiste en recibir, sino en dar.
  1. Tu felicidad depende de ti.Poner las expectativas en los demás significa responsabilizarles de nuestra felicidad. Condicionamos nuestra felicidad a sus comportamientos, de manera que nos volvemos dependientes de sus reacciones. Asegúrate de que tus expectativas no sean una excusa para ser infeliz.
  1. Céntrate en la lección.Si en algún momento te has sentido mal porque tus expectativas no se han cumplido, aprovecha esa señal de alarma para hacer un examen de conciencia. ¿Se trataba de expectativas irreales? ¿Qué puedes aprender de esa situación?
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