Las rabietas suelen comenzar a los dos años, cuando los niños empiezan a desarrollar su independencia y no les gusta que sus padres les digan qué pueden hacer. No cuentan con el concepto de “después” puedes hacerlo, por el contrario, lo que quieren, lo quieren ¡ahora! y si no lo consiguen la forma de reaccionar es a través de una rabieta.
Son típicas hasta los 6 o 7 años puesto que el niño no ha aprendido aún a regular sus propias emociones, el niño es muy inestable y sensible ante todo lo que le rodea.
Cuando un niño tiene una rabieta simplemente no sabe regular la intensidad de sus emociones. Cuando tiene una rabieta no está sabiendo cómo controlar su estado emocional y son los adultos quienes han de poder enseñarle.
¿Cómo se manifiestan las rabietas?
Las formas más comunes son:
- Llanto excesivo
- Gritos
- Patadas
- Golpes
- Tirarse al suelo
- Romper/tirar cosas
- Contorsiones cosporales
- Pegarse a sí mismo
- No obedecer y desafiar
- Brazos cruzados, ceño fruncido, dientes apretado
¿Cuáles son las causas de las rabietas?
Existen muchas causas que pueden generar una rabieta, algunas de las cuales son llamar la atención, desear algo, tratar de mostrar lo independientes que son o sentirse cansados y frustrados.
- Llamar la atención.La primera rabieta de un niño empieza solo por llamar la atención, pero si la recompensa a una rabieta es recibir mucha atención por parte de los padres, puede ser una razón importante para pronto tener otra rabieta.
- Querer algo que no tiene.Tienen que aprender a esperar y a aceptar lo que les decimos.
- Intentar probar su independencia.Cuando intentan hacer algo y no les sale, puede frustrarse por qué no puede hacerlo solo.
- Frustración interna.La sensación de impaciencia creciente junto con su limitada habilidad para tener éxito con las cosas que intenta, o no ser capaz de expresar totalmente lo que quiere debido a una falta de habilidades lingüísticas, pueden desencadenar una rabieta.
- Celos.
Actuar ante una rabieta
Primero mantener la calma y conseguir la del niño (o por lo menor reducir la expresión de rabia). Habrá niños que necesiten el contacto directo mediante abrazos o caricias y otros que necesiten un tiempo antes de aceptar esa proximidad.
Reconocer sus sentimientos .El niño puede que no entienda bien lo que siente, pero lo experimenta realmente, por lo que es aconsejable hablarle de emociones, permitiéndole reconocerlas y sentir que no son rechazados (Ej: “Se que estás enfadado”). De este modo empiezan a ponerle nombre a sus emociones y no las sienten extrañas. Sentirlas es normal, pero también se explica que la forma de demostrarla no es adecuada.
Dar explicaciones . Utilizar un lenguaje sencillo y claro adaptado a la edad.
Dar alternativas. Es el momento de mostrar alternativas de comportamiento si su demanda es factible, de demorar la gratificación a su momento oportuno, o de ofrecer otras opciones si no es posible.
Agradecer su respuesta. Si su actitud mejora y rectifica es muy valioso el reconocer su esfuerzo y buen hacer mediante el cariño y palabras de refuerzo.
Recuerda que los niños imitan las acciones de los adultos y sobretodo de sus padres, por lo que si le estamos pidiendo calma, actúa de una manera relajada para ofrecerle un modelo de comportamiento que le enseñe a gestionar y comprender sus emociones.